El francotirador

Un reportaje en la revista Rolling Stone recuerda la importancia de un grupo que quizá lo cambió todo. Este blog idolatra a Antonio Vega y solo espera que los que quedan estén a la altura del legado. A veces parece que no y eso es imperdonable. Nacha pop y los demás.

A veces sucede que, cuando uno no lo espera, salta la liebre... Aquí la liebre es una película que entusiasme y sí, esta lo es. La actuación de J.K. Simmons está a la altura de pocas en el cine occidental reciente. Asombrosa. Montaje, sonido y realización hacen el resto. No recuerdo nada tan pulcro. Mi pero vendría por el lado del jazz, pero me falta criterio para asegurar que esa música no es lo que refleja la cinta. Lo más interesante es ver como una producción tan arriesgada, y aparentemente poco comercial, alcanza cotas tan altas. La valentía tiene sentido una vez más. El cine es un arte en equipo, aquí el equipo es excepcional y eso lo cambia todo. Gran película.

El reto era estar a la altura de la obra de arte que es la cinta de los Coen . Y, oye, la serie está muy bien. Diferente trama, otros personajes, pero la misma atmósfera. Gran guión y mejor puesta en escena. Pese a ello mis mayores aplausos van a ir para los actores, Martin Freeman y Billy Bob Thornton especialmente. Momentos duros como la vida e hilarantes como (otra vez) la vida adornan una serie de diez capítulos que se hace corta. Hay alguna incoherencia y algún punto inexplicable, tampoco el final me parece al nivel del resto, pero hay otros que pasan a instalarse en mi memoria cinéfila. No es real, pero pudiera serlo, las circunstancias a veces... Imprescindible .

Son los árboles que dan frutos los que sufren las pedradas. Eduardo Galeano Fallecido anteayer y siempre sabio.

Yo canto lo que tú amabas, vida mía, Por si te acercas y escuchas, vida mía, Por si te acuerdas del mundo que viviste, Al atardecer yo canto, sombra mía. Yo no quiero enmudecer, vida mía. ¿Cómo sin mi grito fiel me hallarías? ¿Cuál señal, cuál, me declara, vida mía? Soy la misma que fue tuya, vida mía. Ni lenta ni trascordada ni perdida. Acude al anochecer, vida mía; Ven recordando un canto, vida mía, Si la canción reconoces de aprendida Y si mi nombre recuerdas todavía. Te espero sin plazo ni tiempo. No temas noche, neblina ni aguacero. Acude con sendero o sin sendero. Llámame a donde tú eres, alma mía, Y marcha recto hacia mí, compañero. Gabriela Mistral

No sé cómo será en otras partes pero aquí en la Tierra hay bastante de todo. Aquí se fabrican sillas y tristezas, tijeras, violines, ternura, transistores, diques, bromas, tazas. Puede que en otro sitio haya más de todo, pero por algún motivo no hay pinturas, cinescopios, empanadillas, pañuelos para las lagrimas. Aquí hay un sinfín de lugares con sus alrededores. Algunos te pueden gustar especialmente, puedes llamarlos a tu manera, y librarlos del mal. Puede que en otro sitio haya lugares así, aunque nadie los encuentra bonitos. Quizá como en ningún sitio, o en pocos sitios, aquí tengas un torso separado y con él los instrumentos necesarios para añadir los propios a los niños de otros. Y además brazos, piernas y una cabeza sorprendida. La ignorancia tiene aquí mucho trabajo, todo el tiempo cuenta, compara, mide, saca de ello conclusiones y raíces cuadradas. Ya, ya sé lo que estás pensando. Aquí no hay nada duradero, porque desde siempre hasta siempre está en man