Porque todo es igual y tú lo sabes, has llegado a tu casa y has cerrado la puerta con aquel mismo gesto con que se tira un día, con que se quita la hoja atrasada al calendario cuando todo es igual y tú lo sabes. Has llegado a tu casa, y, al entrar, has sentido la extrañeza de tus pasos que estaban ya sonando en el pasillo antes de que llegaras, y encendiste la luz, para volver a comprobar que todas las cosas están exactamente colocadas, como estarán dentro de un año, y después, te has bañado, respetuosa y tristemente, lo mismo que un suicida, y has mirado tus libros como miran los árboles sus hojas, y te has sentido solo, humanamente solo, definitivamente solo porque todo es igual y tú lo sabes. Has llegado a tu casa, y ahora querrías saber para qué sirve estar sentado, para qué sirve estar sentado igual que un náufrago entre tus pobres cosas cotidianas. Sí, ahora quisiera yo saber para qué sirven el gabinete nómada y el hogar que jamás se ha