Calidad y precio (en la cocina)


Leía hoy en EL PAÍS un artículo sobre la alta cocina y sus soluciones frente a la crisis, que además se centraba en los precios de los restaurantes y en la creatividad de los cocineros. Hablaba mucho también sobre la proliferación de gastrobares (o como se les quiera llamar).
Personalmente, disfruto muchísimo de la gastronomía, de la creatividad en la cocina y, evidentemente, entiendo que hay cosas que deben tener un precio. Lo malo es que al lado de eso, hay restauradores que cobran ese precio y no venden las mismas emociones. Ése es el motivo por el que yo aplaudo la creación de gastrobares, restaurantes bistronómicos o similares. Buena calidad, creatividad y precios asequibles. Insuperable.
También hoy, en el mismo periódico y sobre el mismo tema, escribía Andoni Luis Adúriz otro artículo. Estoy de acuerdo con él, saluda a los recién llegados, pero reclama su sitio. Como señala, hay tiempo para todo, para comer en un gran restaurante y para lo demás.
La solución a todos estos temas es la cultura gastronómica, que falta en muchos lugares de este país, pese a que se pueda comer muy bien en él.
Ya sea en un bocadillo o en un plato de autor, debe primar la calidad y el respeto. Lo del precio es otro tema, pero lo más caro es comer mal.

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