Ética y consumo

Alguna vez he comentado que urge una legislación sobre el etiquetado de los productos, es importante que el consumidor sepa lo que consume. Dado que dudo mucho de que las empresas (o los empresarios) tengan una ética personal que les impida engañarnos vilmente, creo que sería la única solución viable.
El desconocimiento, la incultura o la dejadez de los consumidores provocan que, a diario, se nos dé gato por liebre. Y eso no ocurre sólo en las etiquetas o envoltorios, la televisión es un almacén de mentiras. Probablemente sea ahí, en la publicidad televisiva, donde más engaños puedan producirse. Hay veces que trato de contarlos y me pierdo.
La publicidad engañosa está en una letra pequeña, que esconde grandes mentiras, o en la simple falsedad. Todos los productos sufren este problema, pero me vienen a la cabeza varios del sector de la alimentación en los que es especialmente habitual su utilización. Ibéricos que no son tales, foies que son patés, como mucho, aceites de conservas que no son de oliva pese a que se anuncie, quesos de una leche diferente a la presentada y muchísimos ejemplos más.
El problema radica en que estas prácticas generan ingresos en las empresas que la practican, en lugar de dar lugar a sanciones.
Eso sí, es responsabilidad del consumidor formarse e informarse para no ser engañado.

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