Ladrones

Hoy es el día más triste de la historia reciente de este país, pero como ya he dicho lo que pensaba sobre el hecho de que Garzón tenga que dejar de ser juez, voy a hablar de otra cosa.
El otro tema del día, el de los ladrones descubiertos.
He dicho alguna vez que la clase política me merece todos los respetos, que no estoy seguro de que la cantidad de ladrones sea mayor que en otros campos (aunque es cierto que muchos se acercan a ese mundo para robar más y mejor), pero todos estos son un ejemplo de lo peor que nos puede ofrecer ese noble oficio.
Un ladrón también es el fontanero que cobra siete horas cuando ha trabajado cinco, el dueño de un taller que cobra como nueva una pieza usada o un restaurador que miente al enunciar un ingrediente, pero un político debe a los ciudadanos una honradez que los pájaros de la Gürtel no han visto ni en la tele.
El sentimiento de deber público nunca ha estado en sus mentes, o bien ya no se acuerdan de haberlo tenido.
Yo espero lo que espero siempre: que la ley sea implacable con ellos y que sus votantes no consientan estas fechorías. Un voto para un ladrón es, en el fondo, hacerse cómplice del delito. Eso es lo que la sociedad no entiende.

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