Religiones y tolerancia

Los obispos de Madrid piden manifiestamente el voto para el PP otra vez, vuelven a decirles a sus fieles que voten a los que están en contra del aborto, del matrimonio homosexual o de Educación para la ciudadanía. No sorprende, pero molesta.
Se trata sus creencias con respeto, se toleran acciones intolerables y ellos lo pagan con desprecio. Cuesta entenderlo.
Están asustados, el laicismo avanza con firmeza, pero eso no les cambia. Hoy mismo se ha conocido que ya la mitad de los niños no estudian Religión (católica, se entiende), ¿qué esperaban? Su forma anticuada de ver la vida, su total pasividad ante los peores crímenes en su propio seno, sus sonrojantes amenazas a la sociedad o su inmovilismo podrían estar detrás de este avance social, lento, sí, pero avance. Ante ello, ni el menor atisbo de autocrítica, sus radicales les aguantarán.
En este país todavía la Iglesia católica se lleva un buen pellizco del dinero público, prueba de que la sociedad no ha sabido romper con ella. Entre todos debemos sacar la religión de escuelas, universidades y otros edificios públicos, ése es el punto de partida para sacarla de nuestras vidas.
Conste que yo respeto sus creencias, tolero sus actos irracionales y convivo con sus tradiciones, pero sueño con un mundo sin falsos dogmas, sin religiones.

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