La herida

Fernando Franco, novel en esto de la dirección, optó por la ficción tras desechar la idea de que esta película fuera un documental. Intuyo que fue un acierto, no concibo que ninguna realidad funcionara mejor que esta cinta.
Lo de Marian Álvarez es para que las tres cuartas partes de actrices del mundo piensen en dedicarse a otra cosa, ¡qué nivel! Cierto es que el papel era un caramelo, pero ella lo lleva a la excelencia.
La cámara sigue a la protagonista todo el tiempo y de manera angustiosa. Ese sentimiento se traslada al espectador durante todo el metraje. Y es aquí donde está la grandeza de esta obra, en su aridez, en su crudeza.
La película es tan dura como lo es una enfermedad psiquiátrica en un entorno afectivo. Aquí no hay tapujos, aquí está la vida.
A veces pienso que casi siempre que me gusta algo de una película es porque me recuerda a Haneke, pero vamos, aquí la sombra del austriaco es alargada. No solo se bebe de esa fuente, pero de esa se bebe.
No puedo andar con medias tintas, esto es cine, amigos. Si esta película no te hiere lo tuyo es otra cosa.

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