Félix


Esperaba mucho. Y eso es malo, claro.
Es cierto que el último capítulo redime en parte la producción, pero no ha colmado mis expectativas.
Me gusta el sentido del humor de la serie, con ese juego del absurdo que lo inunda todo. La inverosimilitud, en cambio, es excesiva.
Bellas imágenes, correctas actuaciones y alguna idea inteligente hacen que la serie se vea bien. Pero su ligereza hace que se olvide pronto. Cesc Gay puede más, creo.
Pero vamos, sigan con estos empeños, yo lo agradezco mucho.

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