El último poema de Sergio Algora

“Hombres pelados con cuchilla,
mujeres en el sacapuntas,
niños en la mina, planetas en el zoo, estrellas en el cortejo”.

Dejé mi país para ser etíope por un año.
Dejé de dictar para subordinarme.
Etiopía estaba bajo la nieve.
La fiebre la había helado.
El matadero de la Adis Abeba estaba abandonado.
Los buitres habían construido allí una nueva ciudad.
Los niños, como heraldos, soplaban los cuernos
arrancados de las reses.
Los ancianos se convertían en pergaminos.
El ganado se reducía a cenizas.
Los adivinos contemplaban el humo
y las heces.
Los brujos traducían los poemas del premio Loewe.
Nos dábamos por el culo sin cesar,
tiritando en las chozas.
Cada nevada exterminaba una tribu.
Nos quedábamos con sus cuerpos y con sus enseres.
Parecía que un sueño invernal
iba a terminar con el hambre.
Llegaron los renos y Santa Claus
y cargaron en el trineo los leones famélicos
que se exhibían en el palacio presidencial.
Le dimos un león a la uno,
dos a la dos, tres a antena tres, cuatro a la cuatro,
cinco a la cinco, seis a la sexta, una jirafa a la once,
todo el oro de África a todos los santos,
el único clítoris mayor de dieciocho años
al único dios.
El entrenador de dios,
colocó el clítoris africano en el centro del campo
de un chochito blanco
y lo hizo debutar en el mundial.



Sergio Algora
Hoy se cumplen diez años de su muerte. Siempre en el recuerdo.

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