Trece años de blog
El blog sigue vivo, y ya es bastante. Sin tiempo, y a veces sin ganas, pero sigue.
La sensación de hartazgo es inmensa. Hartazgo por la pandemia, por la estupidez humana, por el egoísmo... Y escribir aquí a veces es escapatoria y otras veces, por desgracia, obligación.
La vida, desde aquí, debe parecer mejor. Si no consigo eso de nada vale el esfuerzo.
Hoy cambiamos la cara para generar ilusión. La mía, se entiende.
Sigo siempre adelante.
Un día habrá que parar, pero todavía no hoy.
¡Vamos!
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